sábado, 27 de agosto de 2011

Vivir, vivir, vivir...


Por Vilma Pandelo Cruz

    Todo lo que nace tiene una vida y también tiene un ciclo que cumplir en esto que llamamos Tierra. El ser humano va evolucionando conforme sus principios, creencias, visión y madurez.
    No pasamos la vida tratando de entender lo que el Señor quiere con nosotros; muchas veces nos cegamos y otras aunque lo entendemos bien no queremos aceptarlo y preferimos hacernos de la vista gorda y realmente no nos detenemos a pensar que Dios no come con eso.
    Al fin de cuentas vivimos como nos convenga y creamos que debemos, pero solo vamos recogiendo lo que hemos sembrado y en cualquier tierra.
    Vivimos entre desilusiones, traiciones, obstáculo, victorias, logros y muchos buscan llegar a la luna mientras se conforman poco o casi nada,  no le piden a la vida más que lo que sus narices les permiten ver y de lo que su cerebro puede asimilar o de lo que su corazón puede resistir.
    A los problemas le huimos, nos somos capaces de enfrentarlos, unos se convierten en homicidas y suicidas; otros los enfrentan con una muleta, porque no tienen capacidad suficiente para entrarle solos y otros con orgullo, atrevimiento y valentía luchan por lo que quieren y que defienden hasta el final de su existencia/
    Unos son vencedores victoriosos y otros vencedores derrotados, porque después de hacer ganado tantas batallas, se rinde ante la primera dificultad.
    Persona que van dejando atrás la sensibilidad humana legada por Dios y se convierten en monstruos egoístas, que solo piensan en si mismo y no les importa su prójimo.
    Otros se afanan por acumular riquezas, claro que el dinero es importante y resuelve muchas cosas, pero solo deber ser un medio, no un fin.
    Pero la vida hay que vivirla con alegría, con fortaleza, con fe, optimismo y energía, aun cuando nuestra fuerza a veces se desvanezcan.
    Hay que hacer un pequeño esfuerzo humano y pedirle a Dios que haga su parte para que nos ayude a llegar hasta el final de la meta con decoro y dignidad.
    La vida puede ser un momento, una palabra, una sonrisa, unas horas de amor, un pensamiento, una flor, el arco iris, la luna en una noche estrellada, un suspiro, la caída de la lluvia, un beso embriagador que nos atrapa, una mañana de primavera, el canto o el trinar de las aves. Una caricia, un momento de entrega, una canción, un poema, un instante.
    La vida es breve, pero hay que vivir, vivir, vivir, hacer lo que nos gusta, dar amor al mundo, perdonar, amar intensamente, recibir, llenarnos de ternura y dar lo mejor de nuestro tiempo, de nuestro yo; realizarse en un beso, en un abrazo sincero, perderse en una caricia…
    La vida no repolla o no florece, una subida y luego una bajada, Es un renacer y morir, es un sol y una luna, es un frío y una calor, es un blanco y un negro, es un llorar y un reír, es un dar y recibir, es una flor que se abre al mundo y luego se marchita y muere. Somos tu y yo en una continuación.
    La vida es una brisa suave que nos acaricia con ternura, nos envuelve, nos llena, nos alivia, nos sacude, nos envenena, nos atrapa, nos suelta y luego no cura.
    La vida es un momento humano que has vivido con alguien y que se esfuma en una abrir y cerrar de ojos, en donde solo queda el recuerdo y los pensamientos inolvidables.
    Por eso hay que vivir, vivir, vivir, porque la vida es una herencia breve, que puede ser fructífera si tratamos de interpretar nuestro papel en ese teatro. La vida se va como llega, nos puede llevar en cualquier instante y tal vez, hasta ese momento jamás le dijimos a alguien cuan importante era para nosotros y cuanto lo quisimos.
    La vida puede ser ese pensamiento que nos atormenta por algo que debíamos haber hecho y no le dedicamos su espacio. La vida se le puede ir en un segundo y no hay forma de atraparla, por eso hay que vivir, vivir, vivir.
    Si no eres capaz de dejar cosas hermosas sembradas, te irás solo y vacío y lo peor del caso es que nadie te recordara por mucho tiempo, nadie te llevará una flor cada mes a tu morada. Por eso debes sembrar en el camino para que cuando ya no estés y no hayas dejado descendencia al  menos cuando te recuerden lo hagan con ternura, con sentimiento y con una sonrisa, porque diste lo mejor de tu ser, un amor inmenso y sincero…

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