viernes, 26 de agosto de 2011

Cuando nos atrapa el alcohol

Cuando nos atrapa el alcohol

de Vilma Pandelo Cruz, el Lunes, 22 de agosto de 2011, 23:38
Toda adicción es mala, ya que causa daños en el cuerpo y en la mente y esto puede ocasionar muchos problemas.
    Cuando una persona se deja arrastrar por algún vicio muestra cierta debilidad en el cerebro y por ende, en su voluntad, pero la inconsciencia se apodera de ella y la va empujando hacia situaciones casi abismales que sólo con ayuda de un profesional de la psiquiatría puede lograr en parte restablecerse.
    Muchas veces las consecuencias de la ingestión del alcohol puede llevar al individuo a desarrollar una hepatitis crónica o una cirrosis hepática.  Eso es en cuanto a la salud física.
    Existe un afección psicológica que es posible que sea más severa que la misma física y es que emocionalmente el alcoholizado acude a esto cuando su cerebro débil no puede soportar ciertas situaciones.
    En toda enfermedad y diario vivir se necesita de un elemento clave y es la voluntad, la cual determina cuándo hay que parar y muchos individuos carecen de ella o la poca que tienen no les  sirve para el propósito en cuestión.
    La ingestión del alcohol como forma para desahogar una pena no lleva a nada bueno, ya que su efecto embriagador dura poco y luego de los efectos vuelve el problema al cerebro y todo se ve peor.
    Un individuo sin control y bebiendo no llega lejos y va destruyendo su personalidad, empezando por la autoestima que va descendiendo hasta llegar al suelo y ahí surgen circunstancias peligrosas que pueden degenerar en enfermedades graves de la mente y sobre todo en la integración de la familia.
    Un alcohólico sin tratar encuentra consuelo momentáneo en el alcohol y lo usa como una forma de coger el valor que en su sano juicio no tiene.  Muchas veces esto se convierte en costumbre y cada vez que hay problemas y hay que decir una verdad, ahí se busca alcohol y el individuo floja la lengua y se desnuda ante el mundo y manifiesta lo que siente.
    Pero todos los problemas que reflejan los individuos cuando adultos forman parte de su infancia.  Y mientras va creciendo los arrastra con él y esto va haciendo hoyo y cogiendo espacio y a su paso destruyendo la mente y el cuerpo del individuo.
    Por eso pienso que los padres deben proporcionarles a sus hijos, ante todo, una salud mental sana para que su desarrollo emocional sea pleno y normal.
    El diálogo y atenciones de los padres hacia sus hijos puede aportar mucho, pero hay un elemento que daña toda la buena intención y es el divorcio entre los progenitores.  Esto es lo más grave y dañino que le puede pasar a un ser humano.
     Un divorcio descontrola tanto a los padres como a los hijos, porque se convierte en un caos emocional y es ahí cuando empieza la dura batalla.
    El divorcio cuando es causa del abandono del padre, porque se va con otra persona, afecta a la mujer y esta transmite sus frustraciones a los hijos.  Desarrolla una actitud agresiva e intolerante.
    Cuando es causa de la incompatibilidad de la pareja también afecta a los dos, porque el hecho de no soportarse o no tolerarse crea conflictos que con el paso de los días se tornan insoportables y esto puede desencadenar en una desgracia.
    Cuando la pareja enfrenta cualquier situación grave debe acudir a terapias familiares con un profesional de la Psicología o la Psiquiatría para que ayude a por lo menos aplacar las cosas y trazarles pautas para aunque no salve el matrimonio al menos salve en parte la mente de los hijos que al fin de cuentas son los que salen más afectados de la situación.
    Un individuo producto de un divorcio y sin atención puede degenerar en un resentido social, en un acomplejado, un homosexual, o un delincuente, porque estas personas desajustadas emocionalmente se agarran de cualquier cosa para comportarse diferente, o salirse de las líneas normales de la conducta humana.

1 comentario:

  1. Bravo Vilma por tocar un tema qué vemos en aumento en la sociedad y tiempo qué nos ha tocado vivir...

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