sábado, 27 de agosto de 2011

Juventud, divino tesoro


Por Vilma Pandelo Cruz

¡Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver!

Esta frase súper conocida tiene un significado muy profundo, pero la mayoría de las personas la toman como marco para los adolescentes, aunque la palabra juventud se refiere al período entre la niñez y la edad viril. Sinónimo de adolescencia, mocedad, nubilidad, pubertad, etcétera.

Si la aplicamos a los adultos podemos decir que esta se refiere a toda persona que tiene un espíritu joven propio de esta condición.

En esta ocasión quiero dilucidarlo para que los jóvenes entiendan cual es el papel que le corresponde y mostrarles de alguna forma la responsabilidad que tienen frente a la Patria, al futuro y frente al mundo, ya que en ella descansa la esperanza de un porvenir mejor, nuevo y diferente.

Nuestra juventud inquieta se ha dejado arrastrar por la evolución, el modernismo y las influencias norteamericanas, perdiendo sus propias perspectivas y su verdadera identidad, pues como bien dice el dicho: “Él que imita no progresa”.

La juventud debe ser signo de innovación, de cosas nuevas, de logros, de metas. Debe luchar por dar siempre lo mejor y de cumplir con el objetivo trazado, pero en vez de interesarse por cosas trascendentales, se dejan arrastrar por cosas banales, que no lo van a llevar a ninguna parte, más bien a la destrucción total.

Con la nueva ola de influencias, la juventud se está desviando de su rol y de sus funciones como tal, y lo que está ocasionando es que los adultos empiecen a desconfiar de ellos, por su comportamiento desenfrenado, por su desobediencia, por su altivez, su falta de conciencia y casi siempre por su inmadurez.

La juventud es la etapa más hermosa por la que pasa todo ser humano, pues en ella se logra el disfrute total de la vida, ya que con juventud todas las cosas son posibles, aún cuando todo debe hacerse decentemente y en orden, esta no tiene tiempo, vive sin pensar, no tiene frenos y es por eso que su desenfreno no tiene límites.

Nuestra juventud no tiene miedo, se deja influenciar, se deja seducir, se deja convencer y se deja arrastrar, sin medir consecuencias.

Los jóvenes son atrevidos, no tiene inhibiciones ni verguenza, no tiene pudor ni orgullo ni dignidad, lo único que ellos conocen en la diversión y vivir intensamente cada experiencia.

No protegen sus vidas, se lanzan a cualquier aventura y no miran jamás al futuro, desconocen en su totalidad su rol en la sociedad. No se preocupan por madurar porque piensan que no les hace falta, que ya tendrán tiempo para eso y lamentablemente la vida es una sola, breve y no repolla.

Aún con todo lo que implica ser joven, es la etapa más excitante del hombre, pero debe vivirse conforme al tiempo y a la época, mantenimiento siempre el sentido de lo correcto, sin apasionamiento ni hazañas.

Es bueno ser joven, porque existen muchos privilegios, pero se debe vivir y disfrutarla sanamente.

Aprovechemos la juventud, porque el tiempo que se va no vuelve jamás.

Y como dijera Pierre Nicole en una de sus frases célebres: “El gran escollo de los hombres, y particularmente de los jóvenes, es querer experimentar si es realmente peligroso lo que como tal se les presenta”.

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