sábado, 27 de agosto de 2011

Entre el amor y el sexo


 Por Vilma Pandelo Cruz


    El amor es el más sublime de los sentimientos y es la mayor fuente de inspiración en el mundo, pero existe un algo que se despoja de toda sublimidad y suavidad y es el sexo, que no es más que un deseo morboso de poseer a una persona y realizarse con ella o en ella.
    El sexo es más masculino que femenino, porque el hombre con sexo calma sus ansias, mientras que las mujeres se desviven por ser amadas.
    El hombre no necesariamente tiene que amar para desear la posesión de una mujer, pero la mujer para entregarse necesita sentirse más amada que deseada, aunque las dos juntas tienen un inmenso poder que muchas mujeres no alcanzan a entender.
    La actitud de los hombres con relación al sexo dista mucho de la mujer, porque el hombre se excita con la visión, mientras que la mujer siente más placer cuan el hombre la toca con caricias.
    Las mujeres se afanan en parecer frente al hombre más interesante, pero realmente en el lecho, en el acto sexual es donde culminan la afectividad, la intimidad y la plenitud de unión con la otra persona. Realmente las relaciones sexuales reducen el estrés y la depresión.
    En las relaciones la afectividad incluye el enamoramiento y el amor. El primero lo podemos interpretar como un sentimiento que surge de forma espontánea manteniéndose intenso durante un período de tiempo  indeterminado y con el paso de este se convierte en amor, aunque muchas veces ese enamoramiento desaparece para surgir de nuevo en otra persona.
    El enamoramiento es un impulso que tiene la función biológica de formar parejas para así mantener la sexualidad en la especie y por lo tanto el seguimiento de esta. El deseo es aquel impulso que nos conduce a ejecutar el acto sexual como forma de plenitud vital, más allá de la  función reproductiva. El amor es una emoción como el enamoramiento, pero con la diferencia de que es menos intensa aunque se mucho más permanente y profunda.
Casi siempre las personas tienden a confundirse, pero entre el sexo y el amor hay mucha diferencia con relación al hombre y la mujer. Hay hombres que viven con más intensidad el sexo, y el amor para ellos es una especie de complemento, o sea, que lo colocan en un segundo lugar; encuentran en el sexo un inmenso placer que los desconecta de un verdadero amor. Tanto es así que un hombre que no se sienta satisfecho totalmente con la compañera que tiene, aunque sienta amor por ella, sería capaz de cegarse ante el sexo o placer sexual y dejarla, pero si la satisfacción es plena, el hombre que siempre está atento a esas relaciones excitantes permanece enamorado y hasta termina amando a esa persona.
    Es por eso que las mujeres de hoy se ven en la necesidad de ponerse al día y competir abiertamente con cualquier posible rival.
    Aquí no importa si eres hermosa, o te ves bien, todo es cuestión de que tan capaz eres, que tan creativa o atrevida eres, para poder ganar la batalla, porque lamentablemente el poder de seducción y los hechos son más que evidentes cuando el hombre se siente conquistado, embriagado o hechizado con la magia que le produce el placer sexual. El hombre de hoy no busca belleza, busca el placer primero y el amor después.
    A pesar de todo aún  existen muchos tabúes sobre el sexo, y es difícil tocar estos temas muy profundamente, pero con tanto modernismo y evolución ya la gente se está acostumbrando a la sobrevivencia en todas las formas del sexo, porque ha tenido que recurrir a las fantasías, los afrodisiacos, los canales triple XXX, para lograr la realización plena en cuanto al sexo se refiere.
    Pienso, que tal vez antes el hombre era reprimido, aunque hacía lo mismo, pero ahora es súper desinhibido  y se muestra más fogoso, morboso y libidinoso, es más bien un destape total, sin límites.
    A fin de cuentas, en este tiempo se le da más importancia al sexo que al amor, a pesar de que el amor sea eterno e inmenso y sin él sería imposible la existencia de los seres que habitan esa hermosa Tierra y pienso que toda esta revolución sexual se debe a la televisión y al internet.
    Por eso hay que amar, amar, amar, amar, hasta que nos quede un soplo de vida… ¡qué viva el amor y por qué no, también el sexo!.

No hay comentarios:

Publicar un comentario