sábado, 26 de noviembre de 2011

El regreso del amor perdido

Por Vilma Pandelo Cruz

Tiempo atrás escribí un comentario a un artículo de un colaborador sobre un amor perdido y recibí un correo de un joven que me explicaba que a veces no es bueno alejarse de ese amor que fue, porque hay situaciones que tienen remedio y que si se insiste, de seguro que se puede lograr regresar de nuevo y entonces viene una reconciliación.
            El joven me decía que cuando ese amor perdido se va, muchas veces tratamos de sumergirnos en otro nuevo amor, pensando que podemos volver a ser felices con este, pero sucede que las cosas no siempre salen como uno quiere y ese nuevo amor quizás resulta una pérdida de tiempo, porque no logramos borrar las huellas del amor perdido, y entonces nos vemos precisados a insistir con ese viejo amor y buscar la forma de atacar otra vez, y casi siempre se regresa a ese amor que alguna vez perdimos, pero que jamás olvidamos.
            Realmente reconozco que él puede tener razón, porque por eso el mundo es mundo, pues hay de todo y uno de los desafíos del hombre en su sobrevivencia es justamente vencer los obstáculos y conseguir la solución a los problemas.
            Muchas veces cuando encontramos un nuevo amor, que viene a ocupar el espacio del amor perdido, podemos encontrar que este estaba ahí para nosotros y que lo que una vez creímos que era el amor de nuestra vida, o la persona que ocupaba nuestro corazón no había nacido para nosotros y el nuevo amor borró las huellas del antiguo amor.
            Pero también se puede dar el caso de que terminemos con la nueva relación porque no nos resultó o no llenó el espacio que se quedó vacío y hagamos un pare, pensemos en lo que perdimos y nos lancemos a reconquistar a esa persona.
            Es posible que alcancemos reconquistarlo de nuevo y entonces todo vuelve al lugar de inicio, rescatamos lo perdido y de paso agregamos un poco más de amor y pasión para que surja de nuevo ese deseo de estar y fundirse los dos en uno.
            La verdad es quela reconciliación es un estado embriagador, casi mágico, es el momento en que se olvidan los rencores, y los reproches dejan de ser problemas, todo vuelve a ser como antes, una eterna luna de miel.
            Dice Yoscar Sarante en una canción que vale la pena pedir perdón, cuando se ha fallado y no permitir que el orgullo y los rencores maten el amor.
            Realmente hay que luchar por las cosas que una quiere, pues de lo contrario quien no lucha por lo que quiere no tiene derecho a ello.
            Toda mujer que ama debe luchar por el amor, porque es una forma de realizarse, cada vez que amamos tenemos la capacidad de demostrar que somos humanos y que somos capaces de sentir como humano y verdaderamente el amor es el sentimiento más sublime que existe en el mundo, es la fuente de inspiración de Dios y por eso amar debe ser siempre dignificante, y porque no, excitante.
            Es cierto que cuando hay un amor perdido, lo mejor es intentar buscarlo de nuevo, porque puede ser que esté al doblar de la esquina, esperando por nosotros, sólo es cuestión de tiempo.
            Lamentablemente el tiempo es oro y hay que aprovecharlo, no podemos darle tiempo al amor, porque muchas veces cuando nos venimos a dar cuenta, hay otra persona que anda husmeando, al asecho de cualquier flaqueo para lanzarse como fiera a desgarrar a su víctima, que por supuesto podría convertirse en una rival peligrosa, porque en eso del amor, no gana quieren quiere, sino quien puede.
            El que ama tiene un poder inmenso, porque el amor es una fuerza indestructible e indetenible, sólo hay que amar, experimentarlo para conocer hasta qué punto se puede llegar en cosas del amor.  Aquí no hay quien pueda, realmente no hay papeles, ni compromisos que despojen al amor, del derecho que se tiene, por el solo hecho de experimentarse ese hermoso, maravilloso y sublime sentimiento.
            Un sentimiento inmune a todo, porque cuando se ama, no hay mal que pueda destruir la intensidad del mismo, por eso es que con un amor perdido, solo es cuestión de recapacitar y buscar las cosas que lo hicieron crecer y alimentarlo de esos detalles que van unificando el todo.
            La reconciliación es tan hermosa y reconfortante, que es como si fuera la primera vez, es como comenzar de nuevo.  Enamorar de nuevo, conquistar de nuevo, reconstruir lo que se fue debilitando sin los amantes darse cuenta.  Y lo más grande de todo que cuando dos amantes que se han dejado vuelven de nuevo a reconstruir el amor, jamás se separan, porque el amor en una segunda oportunidad se solidifica, se compacta, se crece y se eterniza.
            Como dice un refrán muy viejo: “Si amas a alguien más que a tu propia vida, déjalo libre, si vuelve, era tuyo y no vuelve, nunca lo fue”.



martes, 15 de noviembre de 2011

Quién podría matar el amor

Por Vilma Pandelo Cruz






Tiempo atrás  mi querida amiga doña María Mclain me entregó una hojita sacada de internet con un título que me llamó mucho la atención porque siempre he hablado de que el amor nunca muere, que es ciego, que muere la ilusión, lo que es el amor, pero aunque no muere como esencia o fuerza, si lo pueden matar dentro de las personas como sentimiento, claro que alegóricamente.
    Leía sobre la historia que tenía en mis manos, la cual contaré lo que entendí y a mi manera, para señalar lo que me interesa.
    Empezando con que el Odio, el rey de los malos sentimientos, los defectos y las malas virtudes, había decidido matar al Amor y reunió a todos los sentimientos negros del mundo y los deseos más perversos del corazón humano. Ya todos juntos escucharon al Odio manifestar su intención de que mataran al Amor, claro que todos estaban contentos porque tenían el mismo sentir del Odio, entonces el primer voluntario fue el Mal Carácter y este aseguró que provocando discordia y rabia lo mataría, pero al cabo de un año se volvieron a reunir todos y resultó que no pudo. Habló la Ambición quien haciendo alarde de su poder, intentaría desviar la atención del Amor hacia el deseo por la riqueza y el poder, aseguró que mataría al Amor.
    Realmente el Amor cayó herido, pero después de luchar por salir adelante renunció a todo deseo desbordado de poder y triunfó de nuevo.  El Odio se enfureció y decidió enviar a los Celos quienes burlones y perversos intentaban toda clase de artimañas y situaciones para despistar el Amor y lastimarlo con dudas y sospechas infundadas, pero el Amor confundido lloró, y pensó, que no quería morir y con valentía y fortaleza se impuso sobre ellos y los venció.
    Así años tras años el Odio envió a sus más hirientes compañeros, envió a la Frialdad, al Egoísmo, a la Cantaleta, la Indiferencia, la Pobreza, la Enfermedad y a muchos otros que fracasaron siempre, porque cuando el Amor se sentía desfallecer tomaba de nuevo fuerzas y todo lo superaba. 
    El Odio viendo que todo fue inútil se dio por vencido, pero de pronto desde un rincón del salón se levantó un sentimiento poco conocido, que vestía de negro y con un sombrero gigante que caía sobre su rostro y no lo dejaba ver, su aspecto era fúnebre como el de la muerte. “Yo mataré al Amor”, dijo con seguridad. Todos lo dudaron, pero al cabo de un tiempo se reunió con el grupo y anunció la muerte del Amor.
    Y así murió el Amor, en manos de un extraño, de una actitud que ni siquiera es un sentimiento y que por la constante repetición o monotonía en la que caen los seres humanos que no son capaces de alimentarlo con cosas nuevas, dejan morir al sentimiento más grandioso que pueda existir, el cual ha sido musa de poetas, compositores musicales, pintores, escultores y de la naturaleza.  Y precisamente lo mató la Rutina.
    Muchas personas dejan que su amor se muera, porque no tienen iniciativa, creatividad, prefieren vivir en la monotonía, hacer de su vida una costumbre, como algo mecánico; brindarle a la pareja siempre lo mismo, sin permitirse alimentar la imaginación.  Prefieren que la rutina mate el amor, por comodidad, dejadez, por el simple hecho de creer que el otro es quien debe sostenerlo vivo, pero el que no sabe mantenerlo porque no se inspira o porque no quiere, que lo suicide dentro de sí, entonces si podría decir que no existe, porque el que no ama simplemente está muerto en vida.           
    El acto de amor más grande que ha mostrado el mundo, cuando Dios entregó a su Hijo Unigénito, para que muriera en la cruz, Jesucristo que decidió morir para que nuestros pecados fueran perdonados y tuviesemos vida eterna.
    Cuantas cosas hermosas se han hecho por amor y con amor, como la concepción de un hijo. Dar tu sangre a un moribundo, cuidar de los enfermos, adoptar a un niño, acudir cuando nos necesitan, darle de comer al hambriento, curar las heridas, socorrer al necesitado, cuidar a los envejecientes y proteger a los inocentes.



martes, 8 de noviembre de 2011

La química en el amor

Por Vilma Pandelo Cruz






Cuando me refiero a la palabra química no es precisamente lo referente a la materia o la ciencia sino a esa empatía que existe entre dos seres humanos de sexos opuestos.
    Pero aún así quiero señalar que la Química es la ciencia que estudia la naturaleza y las propiedades de los cuerpos simples, la acción molecular de los mismos unos sobre otros y las combinaciones debidas a dichas acciones, que si la asociamos a la del amor tienen elementos comunes.
    Pero la química biológica o bioquímica es la parte de la química que comprende el estudio de las reacciones que se producen en los tejidos orgánicos.
    La empatía y afinidad son sinónimos de la química.
    Pero en cuanto al amor se refiere, la química entre las dos personas surge cuando al mirarse por primera vez, sienten una especie de encantamiento y placer al compartir.
    Es una especie de embriaguez y magia que motiva a ambos seres a querer estar cerca el uno del otro y darse mutuamente.
    Cuando ambos conversan y desean compartir cosas, gustos, ideas, es posible que exista el asunto de la química.
    Pero cuando se unen en un intrépido y emotivo beso, es ahí cuando se determina si el placer es recíproco y entonces se da el caso de una verdadera química, ya que en el amor al darse mutuamente, debe sentirse un cosquilleo, un grado de excitación capaz de transportarlo al nirvana que no es más que el anonadación final del individuo en la esencia divina.  Es como si nos eleváramos al cielo, flotando y nos perdiéramos en el espacio.
    Cuando hay química entre dos personas se conjugan muchas cosas y puede resultar una hermosísima relación.
    Muchas personas desconocen que para una buena afinidad debe existir la misma tendencia hacia cosas que existen y que a ambos les gusta.
    La química surge de adentro, de las células, los tejidos, los órganos, los cuales obedecen a los estímulos sensoriales que experimentan los seres humanos cuando su cerebro envía un mensaje al corazón y en el cual se combinan todos los sentidos, para que se de el mismo sentir.
    Cuando existe química todo resulta diferente, todo combina, todo es igual y en las relaciones sexuales, las cosas funcionan con intensidad.
    Ese elemento o ingrediente que hace el amor grande y que sobresalga o se diferencie de cualquier sentimiento experimentado por los seres humanos, es lo que cambia todo el panorama amoroso.
    Sin salirme de la química y siguiendo con el tipo de sentimiento que une a la pareja, muchas veces la conjugo en sus tres estados: sólido cuando nace, pero jamás lo puedes unir con otro elemento porque nada sólido se une; líquido porque después de los recursos para mantener la solidez se mezcla el tu con el yo y se convierte en somos y siempre estarán unidos, pero el más indeseado es el gaseoso que se evapora porque las técnicas desaparecieron, el interés se aplacó y se pierde todo.
    Pero solo dos elementos la hacen crecer y mantenerse: la creatividad y la disposición.
    Les invito a que se registren y se hagan un examen o análisis introspectivo para buscar la falla del adormecimiento y aniquilamiento de las acciones que determinan la existencia de una buena química.