sábado, 27 de agosto de 2011

El privilegio de ser madre


Por Vilma Pandelo Cruz, M.A.


Todo lo que viene de Dios constituye un privilegio y uno de los más hermoso, sublime y complejo es el de ser madre.
    La palabra madre no sólo representa a la mujer que tiene hijos, sino que es símbolo de abnegación, entrega, protección, sacrificio, fertilidad y amor.
    El instinto maternal es una actitud propia de cualquier mujer aunque no haya procreado hijos. Hay que tomar en cuenta que no sólo es madre quien trae niños al mundo sino quien los cria, se desvela por ellos, los educa, les da amor, los aconseja y los protege.
    Hay dos tipos de madre: la abnegada y sacrificada, capaz de todo por sus criaturas y la despreocupada que trae hijos al mundo y los abandona a su suerte.
    Una buena madre debe siempre estar dispuesta a darlo todo por un hijo, aún cuando ese hijo no resulte como se esperaba.
    Muchas veces los padres crían a sus en engendros por un buen camino, dándoles buenos ejemplos y esperan que esos hijos hayan asimilado bien, pero resulta que estos han desviado el propósito de la madre, porque no han encausado sus vidas como se les enseñó.
    Los padres se preguntan que puso haber sucedido y sufren por lo que ven, pero no se detienen a pensar en qué fallaron, qué les faltó
    Muchas mujeres se frustran porque Dios no les concede hijos, pero a esa pregunta no le podemos esperar respuesta porque el Señor da lo que conviene y el porqué de las cosas, sólo él lo sabe.
    Toda mujer tiene su instinto maternal y lo desarrolla con sus sobrinos, su pareja, pero Dios no le da un hijo, ese instinto de queda frustrado y muchas veces le amarga la vida, pero aunque muchas veces la razón ciega, debemos ser conformes y entender que no todas nacen para ser madre.
    Realmente la maternidad es un estado de gestación hermoso, en el que la madre y el hijo son una sola persona y se intercomunican por medio del cordón umbilical.
    Es hermoso saber que somos capaces de dar vida a un ser y que alguien depende de nosotros.
    Es emocionante saber que tienes algo tuyo, que siempre te amará, que velará por ti.
        Por eso siempre será un privilegio y ojalá que todas las mujeres podamos ser premiadas con el regalo más preciado, después de la vida, que es la maternidad.
    Pienso que esa es la etapa en la que más cerca se está de Dios.
    Siento como si el hecho de ser madre es el mejor motivo para ser bendecida por el Todopoderoso, pero si se pretende buscar un hijo y no se puede, hay que consolarse, porque el Señor también da conformidad y muchas veces envía a los sobrinos que al fin de cuentas se quieren muchísimo, porque son sangre de su sangre.
    Y como dijera Richter en su frase célebre: “Para el hombre que tuvo una buena madre, todas las  mujeres son sagradas en memoria de ella”.

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