sábado, 27 de agosto de 2011

La ceguera de los padres


 Por Vilma Pandelo Cruz

Dice un viejo y muy sonado refrán: “No ha peor ciego que aquel que no quiere ver”.
    Este es tan acertado como los demás y realmente cuando nos proponemos ver sólo lo que deseamos es más aplicable.
    La evolución está llevando al hombre cada día, a la degeneración total, a tal grado que no mide consecuencias y ha perdido de los buenos valores recogidos en la educación doméstica que han recibido.
    Antes los padres tenían poder absoluto sobre los hijos desde su nacimiento hasta su adultez y esto abarcaba hasta su matrimonio.
    Los hijos respetaban a sus padres por encima de todo y aunque las prohibiciones no tenían tanto sentido, los hijos jamás se revelaban; lo aceptaban todo con humildad y obediencia, pues entendían que los padres eran las únicas personas que sabían lo que estaba bueno para ellos y se dejaban llevar, aun cuando muchas veces los progenitores se equivocaban, claro que son humanos y por ende, no son perfectos.
    Con el tiempo y con el mismo proceso evolutivo, las costumbres han ido decayendo o perdiéndose en el vacío y los hijos no han escapado a todo el mal que ésta ha ocasionado, pues hoy, es imposible tener el control total de los jóvenes y esto tiene como consecuencia que la juventud de hoy sea tan irresponsables, tan rebelde, tan irrespetuosa, tan descontrolada, tan desequilibrada y tan inconsciente.
    Las corrientes extranjeras, como la norteamericana han ocasionado estragos muy profundos en la personalidad rustica de los jóvenes que se empeñan en vivir la vida a la velocidad del rayo, y esto los ha llevado a cometer miles de errores.
    En esta situación podemos apreciar tres factores influyentes totalmente: la evolución, las influencias extranjeras y los padres.
    En un país desarrollado como Estados Unidos es normal ver como la juventud va en decadencia, porque los derechos de los padres frente a sus hijos no tienen tanza fuerza y es por eso que crían un niño fuera de aquí se hace sumamente difícil y parece que esta misma influencia se ha colado en nuestro medio, hasta el punto que hoy por hoy son muy pocos los padres que pueden dominar totalmente a sus vástagos.
    Como todo en la vida evoluciona la educación ha tenido su participación y no ha tenido su participación y no ha escapado, porque los padres de antaño tenían control absoluto sobre sus engendros, porque los criaban conforme a la educación que ellos heredaban de sus abuelos y de sus padres, pero en este tiempo los progenitores son más cómodos y mas despreocupados y no toman la educación como algo serio, es posible que no les preocupe las consecuencias.
    Los padres de hoy no debieran hacerse los chivo locos ante el comportamiento de sus hijos, no deben cegarse ante la corriente juvenil que azota en este mundo moderno que incide en la vida de todos, no deben cerrar los ojos ante la evidencia de la personalidad de sus hijos y mucho menos deben olvidar que los hijos son copia de sus originales, o sea, que sus ejemplos son las mejores guías para sus vidas.
    Hay padres que se jactan al hablar de sus hijos, diciendo que son buenos, que son serios, que son decentes, que son obedientes, pero antes de hablar deben de averiguar qué clase de vida llevan estos fuera de su alcance para que no pequen de ridículos y eviten que los demás se burlen de ellos.

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