martes, 24 de abril de 2012

El país del can


Por Vilma Pandelo Cruz

            El dominicano es la persona que más le gusta un “can”. Siempre vive buscando cualquier motivo por insignificante que sea para armar una gozadera y dejar de trabajar.  Aquí abundan los vagos y no es que no encuentren trabajo, es que no les gusta trabajar, siempre andan buscando la forma fácil para conseguir dinero sin tener que esforzarse mucho o “sin dar un golpe”.
            Se pasan los 12 meses del año en plena actividad creativa y del bolsillo. Veamos:
Enero: Se preparan para el Día de Reyes. Que antes se celebraba en el sur, ahora lo han bajado para el Cibao, porque hay niños que se quedaron sin regalo de Niño Jesús. Luego el cumpleaños de Duarte y la fiesta de la Virgen de la Altagracia, donde las patronales se toman toda una semana. Lo bueno del caso es que en el “can” se involucran las bebidas y las comidas.
            Febrero: Se meten de lleno en  el Carnaval y son cuatro  fin de semana, que un disfraz por aquí, una comparsa por allá, las carrozas y las reinas. Después viene el 14 día de San Valentín, el  comercio hace su agosto vendiendo y creando cuantas cosas para que las parejas y los amigos se regalen. Al fin de cuentas para el que ama,  cualquier día es bueno y todos los días son de San Valentín y finalmente el Día de la Independencia, donde muy pocos lo celebran con conciencia de lo que significa.
            Marzo: Aunque no hay muchas cosas es el mes de la víspera de Semana Santa y las personas empiezan a ahorrar, a comprar cosas y la van guardando para cuando llegue el tiempo. Se empieza desde temprano a hacer planes.
            Abril: Llega la Semana Santa que de santa no tiene nada, porque la gente solo piensa en irse a las playas a disfrutar y esto se convierte y la Sodoma y Gomorra del Antiguo Testamento. Un tiempo que debiera ser de recogimiento espiritual y la gente es alimentar el libido, la lascivia y donde la carne esta en disfrute total, sin control, aquí se descarría cualquier oveja. Se  pone en manifiesto la lujuria más que todo.
            Mayo: El mes del trabajador que al menos se celebra trabajando. Mes de las Madres, el cual el comercio hace su agosto y que para mí no tiene nada de especial, porque para hacerle un regalo para el ser que nos da la vida, no hay que esperar ese día. Madre debe ser todos los días. Ah, cuando hay elecciones, que lio, cuanta confusión, cuantos candidatos malos, cuantos demagogo, prometiendo en campaña y luego, algunos cuando ganan, borran lo prometido y como si nada. La verdad es que los ingratos no tienen memoria, para no tener que agradecer. Si ganó por el que usted votó, felicidades, el que gana es el goza. Mucho dinero invertido en propaganda por los candidatos, pero muy pocos son capaces de invertir en la gente pobre y tratar de combatir la pobreza, aunque sea antes de ganar.
            Junio: Mes de las vacaciones donde todas las escuelas están en exámenes finales y los chicos solo piensan en salir de todo eso para disfrutar dos mese y alimentar su ocios. Víspera del mes de los padres, bueno, como hay madres, también hay padres, para que no vaya a pasar como dicen mayormente, que los pobres hombres son los burro de carga, ya que no hay ningún día dedicados a ellos, solo el Día de los Padres y entonces, ¿el que no es padre?
            Julio: En pleno verano y vacaciones de las escuelas, que maravilla, cuantas maldades hacen esos chiquillos a sus padres cuando están en la casa y se pasan el día molestando y viendo televisión. Se habla de playa, de pasadías, de canes, fiestas, piscinas, clubes. Los padres inscriben a sus hijos en campamentos de verano, unos para liberarse de ellos por unos largos días y otros para que se entretengan en algo y gasten sus energías en algo productivo. Las únicas que se ganan el billetaje son las que preparan esos campamentos, pero bien vale, porque ¿usted sabe lo que molestan esos muchachos cuando no le dan lo que ellos quieren? Y finalmente el último domingo es el Día de los Padres, no se le hace mucha bulla y el comercio está igual que todos los día, pues los padres pasan sin penas ni gloria.
            Agosto: Mes de la gastar mucho, aquí los padres tienen que desembolsillar unos pesos largos con la compradera de los libros para el próximo año escolar que comienza en septiembre. Por fin la toma de posesión de los que van a dirigir nuestro país, aunque sea torcido. Cuantos tajes de gala, cuantos empleados cancelados que pertenecen a otros partido que no ganaron. Cuanto desempleo, pero al fin de cuentas, eso pasa siempre, ya estamos acostumbrados, eso no es nada nuevo. Operación aplanadora, están todos los empleados con el alma en un hilo, porque nadie sabe, quienes son los que se van primero. Bienaventurados los que pasan desapercibidos y se quedan por muchos años.
            Septiembre: Ya comienzan los chiquillos a maldecir este mes, porque después de pasar dos meses en vacaciones lo que menos que quieren es entrar de nuevo a la escuela. ¡Qué futuro, eh!.  Los padres de nuevo a programar sus vidas entre la escuela y su trabajo.  Comienza la pedidera en las escuelas para los materiales de trabajos de los niños, ahí también se gasta y los padres a fajarse a estudiar de nuevo con sus hijos, porque los maestros de ahora van a las aulas, dictan una clase, le ponen los capítulos a los niños para que los reciten al día siguiente y a los padres que les ayuden y ellos se ganan el cheque fácil sentados en su escritorio, mientras los padres están fajados con sus hijos.
            Octubre: Mes del deporte que más gusta en este país, el Torneo de Béisbol Profesional Dominicano Otoño-Invernal. Están las ventas de boletas abonadas y todo el mundo atento a los jugadores, a las practicas, los equipos, manager y refuerzos. Todo, es pelota. Las apuestas se incrementan y las discusiones no se hacen esperar, porque como siempre pasa, el que pierde grita primero y hace un escándalo. Para más, hemos agregado a nuestros canes, el día de las Brujas o Halloween, para tener que gastar y vestir a los niños de murciélago, monstruos, brujas y cuantas cosas alusivas a fomentar lo oscuro, a asistir a la fiesta pagana.
            Noviembre: Pleno desarrollo de la pelota, los equipos están en candela, porque aun no se sabe quiénes irán a la serie semifinal. Víspera de Navidad donde se abre grande el “can”, ya que vienen muchos dominicanos que están en el exterior. ¿Y donde dejamos el día de Thanksgiven?, que como siempre ya hemos adoptado en nuestro calendario y se celebra si fuésemos norteamericanos. ¡Qué barbaridad!, la cuestión es el “can” y gastar como si fuéramos millonarios todos, con tanta miseria que hay en este país y dizque celebrando una fecha estadounidense, ¡qué manera de copiar y de perder la identidad.
            Diciembre: Aquí si es verdad que el “can” no se acaba, eso es beber hoy, beber mañana, como estamos en Navidad beber todos los días y si los dejan, amanecen también. No se apean una juma de encima. Se llenan las calles de tarantines, casetas y cuantas cosas. Las bocinas alcanzan su  más alto nivel de frecuencia hasta dañar los oídos de los demás. Los fuegos artificiales entran en su apogeo, aun cuando son tan peligrosos, los padres se los compran a los niños y en todas partes se venden sin restricción. Mucha cenas, muchos cerdos asados muchos regalos, mucho pedir, mucho gastar y los bolsillos desfondándose. Muchas jaquecas por la resaca, muchas gastroenteritis por tanto comer. Muchas hasta juegan su sam para cogerlo en diciembre y así irse de boca en gastar y de coger prestado ni hablar. Están los prestamistas “chupasangre”, acabando con los pobres infelices que lo único que quieren es gozar y para hacerlo tienen que coger los chelitos a rédito al módico 20. No podemos dejar los que venden sus dobles sueldos por adelantado.
            Hasta que llega el 31 donde todos se preparan para despedir el año y esto se convierte en una euforia constante, porque no bien se sale de un año de canes, la gente se prepara para afrontar otra vez la llegada de un nuevo año… Y así nos pasamos la vida como una ruleta, dando vueltas, pero en un eterno “can”…




miércoles, 18 de abril de 2012

"La via dolorosa"


 Por Vilma Pandelo Cruz

Antes  de comenzar a escribir este artículo, elevé una plegaria al Todopoderoso para que me iluminara, porque quiero que el mensaje del mismo toque los corazones que aún no reconocen la presencia de Dios en sus vidas. Más bien, que el cometido se logre. Amén.
   
Estoy consciente de que el hombre cada día está más lejos de su Creador, porque se ha desviado de los propósitos del mismo y ha querido considerarse su propio dios, tratando de depender de él mismo y no pedir ayuda a quien todo lo puede. Un error que cada día está haciendo más daño, porque el hombre ha permitido que su corazón se endurezca y se convierta en más egocéntrico.
   
Existe una canción cristiana con el mismo título de este artículo, la cual voy a transcribir inextenso para, de esa forma, se entienda mi mensaje:
   
Pienso que nadie tiene la más mínima idea de lo que sufrió Jesús en su largo peregrinar desde el templo donde lo azotaron hasta que le colgaron en la pesada cruz, la cual tuvo que cargar hasta el momento de su crucifixión.
   
Jamás se le ha ocurrido a alguien pensar en el dolor que sobre sus hombros llevó Cristo para que nosotros lográramos la salvación. Para redimirnos del pecado.
   
Nadie podrá comparar el inmenso amor que siente por nosotros, que siendo Dios prefirió morir en la cruz y llevar la culpa de nuestro pecado.
   
Cada instante, cada día, olvidamos el sacrificio de Jesucristo, sin importarnos nada, sólo buscando nuestro propio beneficio.
  
Por más cristiano que una persona sea, por mas tribulación que pase, por más sufrimiento que tenga, ninguno se compara con el del Señor Jesús.
  
Nadie podría aguantar los clavos en sus manos, las espinas incrustadas en la frente, el peso de una cruz sobre sus hombros, la herida de los latigazos en su espalda, la burla de un pueblo que tenía a su Mesías con ellos y lo negaron, apedrearon, escupieron y empujaron; también la burla, cuando pidió agua estando en la cruz, porque tenía sed y en vez de agua, le dieron vinagre.
   
Jesús jamás midió la intensidad de su amor, no lo acondicionó, lo dio sin dudar.
   
Jesús hizo el sacrificio consciente de que los humanos no le iban a responder como se debía. Pero creyó en el sacrificio, en su entrega y la dejó de ejemplo para todo el incrédulo, lleno de egoísmo y de envidia, en fin, lleno de maldad y corrupción.
   
Si nos proponemos seguir como vamos, entonces de que ha valido que un Hombre tan Grande, Rey de Reyes, se haya sacrificado para salvarnos de la consecuencia del pecado, que es la muerte, sin posibilidad de resurrección en Cristo, muriendo El por nosotros.
   
¿De qué ha servido la sangre derramada? ¿De qué ha servido tan grande sacrificio? ¿De qué ha servido haber cargado con una cruz tan pesada? ¿De qué ha servido llevar una corona de espinas? ¿De qué ha servido los clavos traspasando sus huesos y su carne?
   
Todos los seres humanos deben detenerse a analizar sus acciones, no mirar la astilla en el ojo ajeno, tratar de caminar correctamente, dar al hambriento socorrer al necesitado, ofrecer la mano al caído, dar mucho amor y, sobre todo, hacer algo que resulta difícil, pero no imposible: saber perdonar, pues es la única forma de vivir en paz y estar bien con Dios.
   
Aunque tenemos una naturaleza pecaminosa, debemos de tener la suficiente humildad para humillarnos frente al Señor y arrepentirnos de nuestro pecados y tratar siempre de imitar al Salvador  del Mundo, y declarando con su boca que Jesús es el Señor y creyendo en nuestro corazón que Dios lo levantó de los muertos, para así lograr obtener la salvación…Amén.




sábado, 14 de abril de 2012

¡Bienaventurados los envejecientes!


Por Vilma Pandelo Cruz

Hay dos personas a las que debemos cuidar y atender siempre, a los niños y los envejecientes. Y hay dos privilegios que Dios concede al ser humano; el de ser madre y el de poder llegar a la vejez.
   
La evolución del hombre tiene una etapa que es la parte final de su existencia o de la decadencia de ser y es la vejez. Una etapa que no todos tienen el privilegio de vivirla intensamente.
   
Muchos nacen y se mueren años después, otros llegan a la adolescencia, otros a la adultez y otros a la vejez.
   
La mayoría de las personas desean llegar a viejos para ver crecer a sus hijos, encausarlos por el buen camino, verlos formar familia, disfrutar de sus nietos y además descendencias y es algo realmente hermoso, pero no todos los que piensan así, respetan la vejez de sus ancestros ni de los padres de estos.
  
Piensan que los viejos son mañosos, molestosos, insoportables, que merecen estar en un lugar aparte; no podemos obviar la realidad de que la vejez es el retroceso del hombre y por ende, éste tiende a hacer cosas infantiles por la pérdida de la memoria, en fin, acciones propias de su senitud.
   
Somos testigos de muchos envejecientes que son internados en casas de reposo a las que les llaman hospicios. Allí aunque se ocupan de ellos y les dan cariño, no es lo mismo, porque el calor familiar se pierde y la privacidad que le corresponde a esos envejecientes es bloqueada.
   
Cada vez que pensemos en deshacernos de un envejeciente, debemos ponernos en su lugar y entonces es posible que entendamos lo que ellos sienten cuando son enviados a esos lugares, se sienten despreciados, inservibles, y sobre todo, muy solos.
   
El envejeciente necesita estar con sus familias para así disfrutar de sus últimos días llenos de felicidad y en compañía de sus seres más queridos, claro que se les debe proporcionar tranquilidad y un espacio  para cuando quiera estar solo, pero jamás separarlo de sus nietos y de sus cosas más queridas, como sus recuerdos, su casa. En fin, todo lo que antes le pertenecía.
   
Llevar a un envejeciente a un lugar de reposo es acercarlo más a su muerte, o traerle una pena o un dolor. Muchos viejitos cuando lo separan de sus familias se mueren de la tristeza y esa es la crueldad más grande que se puede cometer contra un ser humano indefenso y ya cansado por el paso de los años.
   
Ojalá y todos pudiésemos llegar a la vejez, aunque hay muchos que le temen porque todos los órganos pierden sus activos movimientos, la piel se arruga, la visión se acorta; el placer, la imaginación y creatividad pierden su espacio, dando paso a un sentimiento tranquilo que se convierte en costumbre.
   
Pidamos a Dios para que los jóvenes consideren a los envejecientes, que los seniles vivan su tiempo feliz, que los hijos reconozcan que es su responsabilidad regalarle alegría a sus padres envejeciente, tenerlos consigo hasta el fin de sus días, porque el hijo que envía a sus padres a un lugar para ancianos corre la misma suerte.
   
Aquí les dejo con una cuantas bienaventuranzas que espero sirvan de reflexión y nos enseñen a cambiar de actitud frente a un privilegio tan hermoso y tan codiciado por todos como la vejez.

Bienaventurados los que comprenden mi extraño paso al caminar y mis manos torpes.
Bienaventurados los que saben que mis oídos tienen que esforzarse para comprender lo que oyen.
Bienaventurados los que comprenden que aunque mis ojos brillan, mi mente es lenta.
Bienaventurados los que con una dulce sonrisa me estimulan a intentar una vez más.
Bienaventurados los que nuca me recuerdan que he hecho dos veces la misma pregunta.
Bienaventurados los que escuchen pues yo también tengo algo que decir.
Bienaventurados los que saben lo que siente un corazón aunque no lo pueda expresar. 
Bienaventurados los que me respetan y me aman como soy, no como ellos quisieran que fuera.
Bienaventurados los que me ayudan en mi peregrinar a casa del Padre Celestial.





martes, 3 de abril de 2012

Semana Santa: ¿Para gozar?


Por Vilma Pandelo Cruz

            Tomando en cuenta que el tiempo dedicado por completo al Señor empieza con el período de la Cuaresma, que son los últimos 40 días que estuvo Jesucristo entre nosotros haciendo el papel del Hijo de Dios.
            La palabra  Cuaresma significa tiempo de abstinencia, para los católicos, entre el Miércoles de Ceniza y la Pascuas de Resurrección.
            En nuestros tiempo y tradicionalmente los católicos dedican una semana para seguir los misterios de la crucifixión del Jesucristo y hasta cierto punto consolidarte con su causa, que al fin  de cuentas nos atañe a todos, puesto que El se hizo hombre para venir a la tierra a pasar por todas las cosas por la que pasa un ser humano.  Murió para que nuestros pecados fueran redimidos con el perdón y que el Padre cumpliera su plan.
Aunque el Señor le dio todo por nosotros, casi a diario olvidamos su hermosa acción de amor, que siendo como Dios, se sacrificó por la raza humana, que de por sí bastante mal agradecida que ha salido.
La Semana Santa debiera tener el mismo significado que se le atribuye, una semana de recogimiento espiritual, para meditar sobre lo que hasta la fecha hemos hecho en bien del prójimo y de nosotros mismos, sobre nuestro encuentro diario con Jesucristo, nuestros sacrificios, nuestra actitud para con nuestros semejantes, lo que esconde nuestro corazón, si estamos limpios para recibir el juicio de Dios.
La Semana Mayor tiene que ser unas semana para encontrarnos por dentro, para sacudir a nuestro espíritu, para olvidar viejos rencores, perdonar a quienes nos han hecho daño, para amar a nuestros enemigos, para socorrer al necesitado, para dar más de lo que recibimos, para mantener un espíritu tranquilo, donde la paz nos llene plenamente.
Una semana para recogernos en nuestros hogares y pedirle a Dios que nos ayude en nuestro caminar y que nos proteja de las malas influencias de Satán, que cada días las familias se unan mas, que los hijos sean más dependientes de sus padres, que tenga el temor de Dios y que tenga el temor de Dios y que aprendan y practiquen los principios morales para que puedan ser hombres de bien en el mañana.
Sin embargo, por encima de todo esto, la Semana Santa se ha convertido en una semana para gozar, pues como todas las escuelas suspenden las clases desde el Viernes Dolores, antes del comienzo de la semana, las familias se preparan para asentarse en las playas caribeñas y muchos se van fuera del país a pasar sus vacaciones de Semana Santa.
Muchos parten desde el viernes anterior y otros parten el jueves cuando ya la actividad laboral se suspende.
Si hacemos un recorrido por las playas dominicanas, veremos que todas están repletas de bañistas, tarantines, frituras, esquí  acuático, yates, botes, sombrillas, paraguas, neveras, comidas, trajes de baños, tangas, hilos, todas las bebidas alcohólicas.
Las mujeres se gastan el último sueldo para comprarse la ropa de playa, las tiendas se abarrotan de playeros, al igual que los supermercados que quedan vacios, porque los que van de fin de semana se llevan de todo, hasta lo que no van a usar o van a comer.
Es un derroche de todo, porque la euforia de la semana les alegra el espíritu a los que gustan y esperan ansiosamente esta semana.
La Semana Santa se convierte en una semana para gozar en todas sus anchas, o en el sentido total de la palabra.  Aquí no existen los límites, porque lo importante es olvidarse de lo espiritual y darle gusto a la carne, que siempre esta habida de aventuras.
Los hombres se preparan para tremenda parranda, espectacular diversión y una inolvidable aventura, ya que van expuestos a dormir donde le coja la noche o llevan las casas de campaña para prepararlas frente a la playa.
Y pensando en una pasaje de la Biblia, me parece que la Semana Santa de santa no tiene nada, es más bien revivir lo ocurrido en tiempo de Sodoma y Gomorra, donde todos se lanzaron a disfrutar de los bajos placeres y perdieron el sentido de lo correcto y terminaron siendo destruidos por Dios, quien de tanta tristeza no le quedo más opción que limpiar la tierra de tanta escoria, perdición y corrupción.
La Semana Santa debe ser para gozar, pero no en la carne sino con las cosas del espíritu; como un encuentro sincero con el Señor, limpiar nuestras almas y tratar de vivir en paz con Dios, con nuestros semejantes y con nosotros mismos.